Cuando era una adolescente impresionable, recuerdo haber visto a chicas de mi edad en las series de la tele hacer ejercicios estúpidos para quemar un pedazo de pastel que acababan de comer. Para compensar. Esto me llevaría a elegir salir a correr en lugar de ir jugar con mis amigos.
Estaba avergonzada de mi cuerpo a pesar del hecho de que apenas tenía un gramo de grasa de sobra. Mi talla nunca fue lo suficientemente pequeña. Mantuve un par de tejanos hasta los 28 años con la esperanza de que en algún momento recuperaría esa talla más pequeña. Nunca sucedió.
Cuando llegué a Alemania, engordé mucho. Mi cuerpo cambió y comenzó a verse cada vez más redondo. Comía comida basura en secreto y me escondía bajo ropa de tallas más grandes. Estaba triste porque no me parecía a las chicas de las revistas, y la persona con la que estaba me lo recordaba constantemente. Me conoció en mi adolescencia y no entendía que mi cuerpo había sufrido cambios sobre los que yo tenía poco control. Me llamaba gordita, y se excusaba diciendo que era afectuosamente.
Llegó el movimiento positivo del cuerpo, del que comencé a aprender y a inspirarme hace unos 5 años. Tenía casi 30. Todo ese tiempo siendo infeliz con la imagen de mi cuerpo.
No cambié de la noche a la mañana. Cuando miro hacia atrás, puedo ver cuánto he crecido, pero fue un proceso paso a paso, y todavía continúa.
Comenzó con aceptar que no nací con un cuerpo delgado de hueso. Tengo curvas, está en mis genes. Mi bisabuelo era africano. Y eso no significaba que yo tuviera menos valor que otras chicas con cuerpos más delgados. En ese momento ya no estaba en una relación con alguien que creía que parte de mi mérito estaba en mi imagen, así que eso definitivamente ayudó. Salir de ahí marcó una gran diferencia en mi autoestima.
El siguiente paso fue aprender a separar mis emociones de la comida. Escúchame cuando te digo que este es un proceso que todavía está en curso. Paso a paso comencé a darme cuenta de mis sentimientos y de cómo me llevaban a la comida y los atracones. Cuanto más consciente era, menos me costaba parar un minuto antes de evadirme en la comida chatarra, y me recordaba que no era la mejor opción. Te prometo que esto se vuelve cada vez más fácil cuanto más practicas. No puedo prometerte que mi fuerza de voluntad gana cada vez, porque no es así. Pero hoy en día gana la mayoría de las veces. Me aseguro de darme una palmadita en la espalda cuando tomo la decisión saludable por encima de la no saludable. Y en los días en que no lo hago, no me flagelo por eso (antes sí lo hacía!).
Luego se convirtió en querer estar saludable por encima de querer verse bien. Esto lo logré básicamente diciéndome esto todos los días, aunque al principio realmente no me lo creía. En algún momento empecé a creérmelo. También fue útil contárselo a otras personas, porque cada vez que me daban su perspectiva me ayudaba a construir la idea en mi cabeza hasta el punto en que me lo creí. Un día dije en voz alta «Quiero estar saludable, el objetivo no es perder peso» y descubrí dentro de mí que era verdad.
El siguiente paso fue aprender sobre nutrición y cómo ciertos alimentos concordaban más conmigo y con mi sistema digestivo. Siempre fui de estómago sensible y descubrí que cuanto más nutritivos sean los ingredientes que ponía en mi cuerpo, mejor me siento. Tengo más energía, duermo mejor, tengo menos dolores sin explicación y enfermo con menos frecuencia. Mi regla también mejoró notablemente (éste siempre es un gran indicador de su salud general!).
A lo largo de todo eso, había días en los que seguía luchando contra mi imagen corporal. Pero había comenzado a enamorarme de mí misma, de mi valor como una persona amable y cariñosa, y eso todavía me ayuda.
Mi camino está lejos de haber terminado. Hay días que me miro en el espejo y critico absolutamente todo. Hay días en que disfruto de mirar a la persona que me mira desde el espejo y la admiro por todo lo que ha pasado para llegar hasta aquí. Me alegra decir que estos últimos están reemplazando a los primeros.
Realmente espero que mi historia te inspire en tu viaje hacia el amor propio y la aceptación. Eres una persona digna de valor, y te admiro y respeto por tomarte el tiempo de leer esto.