Qué sería de la Navidad sin esas comidas especiales que compartimos con nuestros seres queridos y que nos llevan horas de preparación, para pasar a ser engullidas en cuestión de minutos? Para mí no sería Navidad. Yo soy feliz pasando el día en la cocina, cortando, horneando, estofando, rodeada de aromas increíbles. Me encanta preparar la mesa con todo tipo de cosas bonitas e imprácticas como salseras y vajilla similar. En un día cualquiera ni me molesto con este tipo de preparaciones, soy muy de «vamos a ponernos como el Kiko». Pero en Navidad por lo menos disimulo.
Para mí, la Navidad significa pasta fresca casera. Un vaso de vino para ela cocinera (siempre hay que mantenerla contenta!). Mis primos, mi hermano y yo corriendo por la casa tratando de robar pedacitos de pasta fresca recién hecha para llevarnos un manotazo, escuchar una y otra vez que el huevo crudo nos haría daño a la barriga. Jugar en el preciado salón de mi tío, un privilegio reservado solamente para esta época del año.
Pero soy una persona a quien le encanta crear nuevas tradiciones, o al menos reinventar las antiguas. Dado que G es escocés de pura cepa, y que yo tengo cepas de todas partes (mi herencia cultural es una mezcla de lo más grande que os podáis imaginar), hemos creado una tradición híbrida maravillosamente multicultural. Siguiendo esta línea, he creado esta genial receta que combina mi pasión por la pasta fresca y los vegetales coloridos, y lo he rematado con queso. Estos cremosos ravioli combinan a la perfección con el crujir de las nueves y la suavidad del relleno de feta, con un poquito de miel para darle contraste. No os decepcionará. Las siguientes cantidades son para 2 personas:
- 1 remolacha pequeña, pelada
- 1 huevo
- 250g harina tipo 00
- 200g queso feta
- 50g nueves
- 2 cdas miel
- albahaca fresca
- Cocinar la remolacha en agua con sal hasta que quede tierna. Escurrir el agua y dejar que la remolacha se enfríe.
- Una vez que haya enfriado, batir con una batidora de mano o machacar con un tenedor. Debe quedar un puré sin grumos o pedazos.
- Mezclar el huevo y la harina con el puré de remolacha. El resultado será una masa elástica que no se pegue a los dedos. Si fuera necesario, se puede añadir una cucharada de harina cada vez hasta que se alcance la consistencia deseada.
- Romper las nueces para que no queden trozos muy pequeños, y combinar con la miel y el queso feta. Esta mezcla no debería quedar líquida.
- Esparcir un poco de harina en una superfície limpia y seca, y dividir la masa en 4 partes. Estirar con un rodillo hasta que quede una hoja muy fina (levemente transparente). También se puede hacer con una máquina de estirar pasta, para que haga el trabajo duro por vosotr@s.
- Trabajar solamente una hoja de pasta cada vez (a no ser que tenais una cocina de tamaño industrial!). Una vez la primera parte de la masa esté estirada, ponerla sobre la superfície de trabajo totalmente plana. Rellenar con una cucharadita de la mezcla de queso. Hay que dejar un espacio de al menos 2 dedos entre cada bolita de relleno.
- Doblar el borde de la hoja de pasta para cubrir el relleno. Hay que tratar de que no quede aire dentro al cerrar (hay que cogerle el truquillo). Si la pasta no se cierra, humedecer levemente la hoja con el dedo para que se pegue.
- Cortar los ravioli con un cuchillo afilado o con un cortador de ravioli (aquí compré yo el mío) y repetir con el resto de la pasta!
- Una vez estén hechos todos los ravioli, hervir en agua salada 3 minutos (la pasta fresca necesita muy poco tiempo de cocción, si se cocina demasiado será dura de masticar). Escurrir y servir con mantequilla y albahaca fresca u otra salsa.
CONSEJOS DE PROPINA:
- Yo lo sirvo con mantequilla quemada. Solamente hay que calentar mantequilla a fuego medio de 5 a 8 minutos, y servir por encima decorado con hojas de albahaca fresca.
- Podéis elegir otra salsa, siempre teniendo en cuenta que la combinación de sabores de este plato es lo que lo hace especial. Yo prefiero disfrutarlo con una salsa sencilla.