Hace exactamente cuatro días que tuve mi más reciente desastre en la cocina, demostrando que todos tenemos nuestros días buenos y malos. Intenté hacer una receta nueva, un parfait de chocolate, y terminó medio derretido. No fue tan terrible como otros que he tenido (podéis ver esta receta para leer otra historia graciosa), pero tenía la esperanza de poder compartir una foto en Instagram que nunca llegó a cumplirse. Mucha gente me pregunta por mi pasión en la cocina, a qué edad empecé, si tuve confianza en mi habilidad desde el principio – cuando la verdad es que no siempre tengo esa confianza en mí misma! -, y la más típica de todas «pero con tu conocimiento seguro que puedes hacer cualquier cosa». Pero no siempre es así! De hecho, para nada es así. Lo primero que hay que pensar es que todos debemos empezar por algún lado, nadie nace sabiendo. Y lo segundo es que este es uno de esos procesos de aprendizaje a base de ensayo y error. Se asimila intentando, cometiendo errores y evitando repetirlos en el futuro. Así ha nacido una nueva categoría en el blog: Desastres en la Cocina! Aquí voy a compartir no solamente mis propias historias, sino también las que me enviéis más algunas de mis amig@s y familia. La lección a aprender de todo esto es que tod@s nos equivocamos, y en especial en la cocina pueden terminar siendo verdaderos desastres que le quitan a uno las ganas de intentar de nuevo. Pero eso no debería desalentar a nadie, al contrario, compartamos nuestros desastres para desmitificar el proceso y demostrar que cualquiera puede recuperarse y probar una vez más hasta conseguirlo.
La lección a aprender de todo esto es que tod@s nos equivocamos, y en especial en la cocina pueden terminar siendo verdaderos desastres que le quitan a uno las ganas de intentar de nuevo. Pero eso no debería desalentar a nadie, al contrario, compartamos nuestros desastres para desmitificar el proceso y demostrar que cualquiera puede recuperarse y probar una vez más hasta conseguirlo.
Comienzo compartiendo una historia propia que es bastante embarazosa, sucedió justo antes de empezar a bloggear. Mi intención era abrir el blog con mi receta de magdalenas de tarta de zanahoria invertida, que están deliciosas y no he tenido la ocasión de compartir aquí, pero prometo que lo haré muy pronto. Es primavera, la época perfecta! Básicamente, estas magdalenas son una tarta de zanahoria en miniatura con el glaseado de relleno en lugar de cobertura. El primer problema que tuve fue al probar mi más reciente adquisición: una taza medidora que se abre por la parte de abajo para que salga la mezcla en dosis. Es una herramienta genial, pero fue un error probarla con esta receta. La mezcla era demasiado espesa y la zanahoria rallada simplemente no quería salir, y tuve que abortar misión y transferir la mezcla a un recipiente tradicional y vertirlo a cucharadas.
Pero el problema real vino al no darme cuenta de que había usado demasiado polvo de hornear. Como iba con prisas, pasé de medir el polvo y eché a ojo. Craso error! Aunque quizá no habría sido un problema si hubiera llenado los moldes solamente hasta la mitad. Pero como os podéis imaginar – otro error desafortunado! – había llenado los moldes 3/4 y una vez en el horno se inflaron de una manera monstruosa. Y por si no os acordáis, estas magdalenas llevan un relleno en el centro. Un relleno que debería permanecer en el centro. Pero no, el relleno no se iba a quedar en el centro tranquilito, no. Decidió desbordarse por cualquier parte y las magdalenas parecían haber vomitado el relleno de queso fresco (que por cierto se quemó y quedó negruzco y reluciente). Así que el efecto deseado de una magdalena perfecta para una foto de revista terminó siendo ideal para una fiesta de Halloween. Y por eso no existen fotos de esta receta, y es también el motivo de que no haya compartido esta receta (aún). Pero lo haré! Porque ni por un momento voy a permitir que esta Historia de un Desastre me impida volver a intentarlo, y seguro que os alegráis cuando os traiga esta receta.
Si os ha gustado leer Desastres en la Cocina volumen I, os animo a que me enviéis vuestros desastres para compartirlos aquí (prometo manteneros en el anonimato si así lo queréis!). Vamos a echarnos unas risas leyendo estas historias de desastres!