Ya había sentado las bases de mi negocio cuando llegaron los pilares que lo sostienen: el maravilloso grupo de mujeres que forman mi equipo. No podría estar más orgullosa de ellas.
Algunas eran amigas mucho antes de que nos convirtiéramos en compañeras y socias. Algunas se hicieron amigas durante nuestro emprendimiento en común. Nos apoyamos las unas en las otras en esos momentos de necesidad. Si tuviera que elegir solamente una cosa sobre este negocio, lo que más me gusta es que estamos en el negocio de ayudar a otras personas. Lo hacemos recomendando los productos que usamos todos los días, y lo hacemos cuando potenciamos a las personas que trabajan junto a nosotras en este camino que nos lleva a una vida mejor y más saludable. Sin embargo, me encantaría elegir la segunda cosa que más me gusta de este negocio: no puedes hacerlo a solas. Y como dice Simon Sinek – me encanta este hombre, por cierto – en su discurso sobre los marines, ser individualista solo conduce al ostracismo. Tienes que estar dispuesto a ayudar a otros para alcanzar tu objetivo. En otras palabras, tienes que convertirte en un equipo.
Siendo yo Eneagrama tipo 2 (si no sabes de lo que estoy hablando, hazte un gran favor y haz el test) también conocido como El Ayudante, estoy en mi salsa cuando cuido de otras personas. Y aquí ayudo a personas a convertirse en mejores versiones de sí mismas, construyendo su negocio basado en traer felicidad y salud a otras personas, por lo que hay un gran elemento de autosatisfacción. Se me hincha el pecho!
Creo que el mayor desafío es tener que adaptarme a los diferentes ritmos y estilos de los miembros de mi equipo. Afortunadamente, aprendí a ser flexible y fácilmente adaptable cuando era muy pequeña, ya que mis padres y yo nos mudábamos cada 6 meses. Cuando tenía 5 años comencé a viajar sola (por supuesto, siempre bajo supervisión de una azafata), lo que me hizo muy responsable e independiente. Siempre he tenido una curiosidad analítica hacia las personas y su psique, lo que me llevó a leer mucho sobre psicología. La vida es un gran estudio sociológico para mí, la gente me fascina. Me gusta descubrir sus motivaciones detrás de sus palabras o acciones, e interactuar con eso y convertirme en solucionadora de problemas es quizás lo que me permite conectarme con ellas y ayudarlas a alcanzar sus objetivos. Pero hay que ir más allá de eso, porque solo puedes ayudar a alguien tanto como te lo permitan. Las personas primero deben creer que pueden cambiar y que son dignas de esa ayuda que les están ofreciendo.
Te contaré una pequeña historia. Cuando era niña, una de mis vecinas solía hacerme cumplidos muy a menudo. Ella y su madre me decían cosas bonitas como «estás muy guapa hoy» o «me gusta mucho tu atuendo». Me hacía sentir arropada. Supongo que en un momento, por repetición, comencé a imitarlo y me di cuenta de que también podía hacer que otras personas se sintieran bien. La gente se sentía agradecida por eso y hacían algo bueno a cambio. Y empezó a dar la vuelta! Así es como si lo que das es amor, atraerás amor. Es por eso que empoderar a las mujeres es algo que me hace sentir tan empoderada. Empodero a las mujeres de mi equipo y ellas se ayudan a sí mismas. A su vez, continuarán empoderando a alguien más. Presenciar esto es un regalo.
Siento que muchas de las cosas que me han interesado en la vida me han llevado a estar donde estoy. Todo se combina aquí y ahora, con este trabajo que agradezco todos los días.